Impresiones expuestas. Cortesia ©Antonio Vega Macotela.

En él primer volumen de  la enciclopedia invisible trabajaba con mi padre, el recogió varias herramientas que fueron desechadas por ser inservibles, a él le interesaba que las herramientas coleccionadas fueran inservibles debido al desgaste. El desgaste no las vuelve inútiles, concordamos, las esculpe. Cada una de las herramientas fue catalogada y fotografiada, estas fotografías fueron procesadas y luego impresas con el sudor de mi padre. La segunda parte del proyecto consistió en ir a Cuba, ahí fui a buscar personas que quisieran dejar su memoria y ADN como herencia y huella de su propia existencia, en Cuba fundé una oficina, la oficina del trabajo invisible, esta oficina contiene un total de 5 impresoras, estas impresoras han sido utilizadas para imprimir un aproximado de 16 volúmenes. (En realidad son 32, se les ofrece a los participantes un volumen a cada uno con la condición de que yo me quede con otro). En Cuba hicimos una pequeña asamblea donde acordamos que lo que se dejaría impreso sería la serie de objetos que identificaban a  cada participante. En Cuba, después del bloqueo de Estados Unidos y la caída de la URSS, era imposible el abastecimiento de muchos productos y utensilios de la vida cotidiana, por lo cual, objetos que estaban diseñados para durar algunos meses debieron durar años. La relación entre el sujeto y el objeto bajo estas condiciones pasó de ser utilitaria a emotiva.

 

En los últimos meses de la producción de las piezas comencé a preguntarme sobre la naturaleza de las impresiones: ¿Qué son? Es claro que son contenedores de una dualidad entre lo visible y lo invisible. El papel, en este caso, es un soporte matérico del sudor que aparece a la vista siempre y cuando se le alumbre con luz ultravioleta.

 

¿Qué dejaremos cuando nos hayamos ido?

 

FANTASMAS.

"La historia de la imagen popular  del fantasma como ente semitransparente y brillante va unida profundamente a la de la tecnología óptica, que  es, a su vez, la misma que la del cine: La fantasmagoría."

Los fantasmas existen en el “en medio” de una dualidad. A pesar de pertenecer a otro mundo, se manifiestan en el nuestro, esta manifestación usa la materia como soporte, vale mencionar la caricatura del ente etéreo como una sábana flotante con dos ojos negros.

La historia de la imagen popular del fantasma como ente semitransparente y brillante va unida profundamente a la de la tecnología óptica, que es, a su vez, la misma que la del cine: La fantasmagoría. Desde la linterna mágica, las proyecciones circenses del siglo XIX, a los hologramas que resucitan a Michael Jackson o Túpac, los fantasmas poco a poco han creado su identidad a través de la luz que se proyecta. Cuando vemos a Humprey Bogard en el cine, ¿no vemos acaso un fantasma? Luz materializada, partículas que rebotan desde la tela en que se proyecta en nuestros ojos. La misma tela que da cuerpo a los espectros en los dibujos animados, similar al papel que sirve de soporte a las impresiones de sudor.

 

El trabajo que dejamos es nuestra herencia, nuestros fantasmas, es nuestro derecho ser dueños de su imagen. A veces resplandecientes, a veces invisibles, los fantasmas que dejamos habitan inegablemente el mundo.

El trabajo que dejamos es nuestra herencia, nuestros fantasmas, es nuestro derecho ser dueños de su imagen. A veces resplandecientes, a veces invisibles, los fantasmas que dejamos habitan inegablemente el mundo.

ANTONIO VEGA MACOTELA

 

 

Vive e trabalha na Cidade do México e em Paris. Graduado pela Escola Nacional de Artes Plásticas ENAP-UNAM, em 2001, onde iniciou sua pesquisa de arte pública e social. Foi co-editor da publicação Multiple Media 2 (2008). Seus trabalhos têm sido exibidos em lugares como o Museo de Arte Moderno (MAM), Museo Carrillo Gil e Laboratorio Arte Alameda (Cidade do México, México); 29° Bienal de São Paulo (Brasil, 2010); Manifesta 9 (Genk, Bélgica) e na 14° Bienal de Istambul.

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EDITORIAL | CRISTIANE BOUGER